domingo, 19 de mayo de 2013

PENTECOSTES



Una festividad universal de la iglesia, mediante la cual se conmemora el descendimiento del Espíritu Santo sobre los Apóstoles, a los cincuenta días después de la Resurrección de Cristo, en el festival judío llamado "festejo de las semanas" o Pentecostés (Ex., xxxiv, 22; Deut., xvi, 10). En algunos lugares es llamado el "domingo de blanco" ("whitesunday") debido a los ropajes blancos que son portados por aquellos que son bautizados durante la vigilia. Pentecostés ("Pfingsten" en alemán), es la denominación griega por "quincuagésimo", 50o., día después de la Pascua.


Se trata de una festividad cristiana que data del siglo primero, aunque no hay evidencia de que haya sido observada tan antiguamente como la Pascua, el pasaje en Corintios I (xvi, 8) probablemente se refiere a una festividad judía. Esto no es sorprendente ya que el festejo originalmente duraba un sólo día y se realizaba en domingo. Además estaba muy estrechamente relacionada con la Pascua de manera que se podría tratar de una actividad en la terminación pascual.


El hecho de que Pentecostés era una festividad que ya pertenecía a los tiempos apostólicos lo constata el séptimo de los fragmentos (interpolados) cuya autoría es atribuida a San Irineo. En Tertuliano (De bat., xix) el festival aparece como ya firmemente establecido. El Peregrino Gallic, da detallada cuenta de como esta festividad era observada de manera solemne en Jerusalén ("Peregin. Silvae", ed. Geyer, iv). Las Constituciones Apostólicas (V, xx, 17) señalan que Pentecostés tenía la duración de una semana, pero en Occidente no fue observada su ejecución de ocho días sino hasta fecha más tarde. De acuerdo a Berno de Reichenau (1048) fue un aspecto controversial la duración del festejo de Pentecostés. En la actualidad la fiesta tiene un rango similar al del Domingo de Resurrección o Pascua. Durante la vigilia, los catecúmenos eran bautizados, consecuentemente, las ceremonias del sábado eran similares a las observadas en Sábado Santo.


El oficio de Pentecostés tiene sólo un nocturno, durante toda la semana. En la tercera hora tiene el "Veni Creator", el cual es cantado en lugar del himno de costumbre, debido a que en el tercera hora se considera que descendió el Espíritu Santo. La Misa completa tiene una secuencia de "Veni Sancte Spiritus", la autoría del cual se atribuye al Rey Roberto de Francia. El color del ropaje sacerdotal es rojo, como un símbolo de las lenguas de fuego que descendieron.


Con anterioridad, las cortes no funcionaban durante la semana entera y los trabajos clericales fueron prohibidos. El Concilio de Constanza (1094), limitó estas prohibiciones a los primeros tres días de la semana. El resto correspondiente al sábado (sabat) y el martes, fueron abolidos en 1771, y en muchos territorios de misión también el lunes. Este último día fue eliminado de observancia estricta por San Pío X en 1911. Aún hoy día, tal y como sucede en la Pascua, el rango litúrgico de lunes y martes de la semana de Pentecostés el del tipo Doble de Primera Clase.


En Italia fue costumbre que se lanzaran pétalos de rosas desde el cielo de las iglesias, simbolizando así el milagro de las lenguas de fuego, con base en ello, el domingo de Pentecostés es llamado en Sicilia y en otras regiones italianas, comoPascha Rosatum, nombre que proviene del uso de los ropajes rojos de la ocasión. En Francia la costumbre incluyó el toque de trompetas durante los servicios, con el objeto de recordar el sonido y estruendo que debió acompañar el descenso del Espíritu Santo. En Inglaterra, la nobleza se entretenía con carreras de caballos. En la actualidad el festival de Whitsun Ales es prácticamente obsoleto.


En las vísperas de Pentecostés, en las iglesias orientales, servicios extraordinarios con genuflexión o arrodillamientos, fueron acompañados por largas lecturas y recitaciones poéticas y de los salmos (de Maltzew, "Fasten-und Blumen Triodion", p. 898 en donde se identifica el servicio completo de carácter greco-ruso; también en Baumstark, "Jacobit, Fest Brevier", p. 255). Para los festejos de Pentecostés, los rusos llevan flores y ramas verdes en sus manos.

http://ec.aciprensa.com/p/pentecostes.htm

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Según el Catecismo de la Iglesia Católica, el Espíritu Santo es la "Tercera Persona de la Santísima Trinidad". Es decir, habiendo un sólo Dios, existen en Él tres personas distinas: Padre, Hijo y Espíritu Santo. Esta verdad ha sido revelada por Jesús en su Evangelio.

El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo de la historia hasta su consumación, pero es en los últimos tiempos, inaugurados con la Encarnación, cuando el Espíritu se revela y nos es dado, cuando es reconocido y acogido como persona. El Señor Jesús nos lo presenta y se refiere a Él no como una potencia impersonal, sino como una Persona diferente, con un obrar propio y un carácter personal.

El Espíritu Santo, el don de Dios

"Dios es Amor" (Jn 4,8-16) y el Amor que es el primer don, contiene todos los demás. Este amor "Dios lo ha derramado en nuestros corazones por el Espíritu Santo que nos ha sido dado". (Rom 5,5).

Puesto que hemos muerto, o al menos, hemos sido heridos por el pecado, el primer efecto del don del Amor es la remisión de nuestros pecados. La Comunión con el Espíritu Santo, "La gracia del Señor Jesucristo, y la caridad de Dios, y la comunicación del Espíritu Santo sean con todos vosotros." 2 Co 13,13; es la que, en la Iglesia, vuelve a dar a los bautizados la semejanza divina perdida por el pecado. Por el Espíritu Santo nosotros podemos decir que "Jesús es el Señor ", es decir para entrar en contacto con Cisto es necesario haber sido atraído por el Espíritu Santo.

Mediante el Bautismo se nos da la gracia del nuevo nacimiento en Dios Padre por medio de su Hijo en el Espíritu Santo. Porque los que son portadores del Espíritu de Dios son conducidos al Hijo; pero el Hijo los presenta al Padre, y el Padre les concede la incorruptibilidad. Por tanto, sin el Espíritu no es posible ver al Hijo de Dios, y, sin el Hijo, nadie puede acercarse al Padre, porque el conocimiento del Padre es el Hijo, y el conocimiento del Hijo de Dios se logra por el Espíritu Santo.

Vida de fe. El Espíritu Santo con su gracia es el "primero" que nos despierta en la fe y nos inicia en la vida nueva. El es quien nos precede y despierta en nosotros la fe. Sin embargo, es el "último" en la revelación de las personas de la Santísima Trinidad.

El Espíritu Santo coopera con el Padre y el Hijo desde el comienzo del Designio de nuestra salvación y hasta su consumación. Sólo en los "últimos tiempos", inaugurados con la Encarnación redentora del Hijo, es cuando el Espíritu se revela y se nos da, y se le reconoce y acoge como Persona.

El Paráclito. Palabra del griego "parakletos", que literalmente significa "aquel que es invocado", es por tanto el abogado, el mediador, el defensor, el consolador. Jesús nos presenta al Espíritu Santo diciendo: "El Padre os dará otro Paráclito" (Jn 14,16). El abogado defensor es aquel que, poniéndose de parte de los que son culpables debido a sus pecados, los defiende del castigo merecido, los salva del peligro de perder la vida y la salvación eterna. Esto es lo que ha realizado Cristo, y el Espíritu Santo es llamado "otro paráclito" porque continúa haciendo operante la redención con la que Cristo nos ha librado del pecado y de la muerte eterna.

Espíritu de la Verdad: Jesús afirma de sí mismo: "Yo soy el camino, la verdad y la vida" (Jn 14,6). Y al prometer al Espíritu Santo en aquel "discurso de despedida" con sus apóstoles en la Última Cena, dice que será quien después de su partida, mantendrá entre los discípulos la misma verdad que Él ha anunciado y revelado.

El Paráclito, es la verdad, como lo es Cristo. Los campos de acción en que actúa el Espíritu Santo, son el espíritu humano y la historia del mundo. La distinción entre la verdad y el error es el primer momento de dicha actuación.

Permanecer y obrar en la verdad es el problema esencial para los Apóstoles y para los discípulos de Cristo, desde los primeros años de la Iglesia hasta el final de los tiempos, y es el Espíritu Santo quien hace posible que la verdad a cerca de Dios, del hombre y de su destino, llegue hasta nuestros días sin alteraciones.

Símbolos

Al Espíritu Santo se le representa de diferentes formas:


Agua: El simbolismo del agua es significativo de la acción del Espíritu Santo en el Bautismo, ya que el agua se convierte en el signo sacramental del nuevo nacimiento.


Unción: Simboliza la fuerza. La unción con el óleo es sinónima del Espíritu Santo. En el sacramento de la Confirmación se unge al confirmado para prepararlo a ser testigo de Cristo.


Fuego: Simboliza la energía transformadora de los actos del Espíritu.
Nube y luz: Símbolos inseparables en las manifestaciones del Espíritu Santo. Así desciende sobre la Virgen María para "cubrirla con su sombra". En el Monte Tabor, en la Transfiguración, el día de la Ascensión; aparece una sombra y una nube.


Sello: Es un símbolo cercano al de la unción. Indica el carácter indeleble de la unción del Espíritu en los sacramentos y hablan de la consagración del cristiano.
La Mano: Mediante la imposición de manos los Apóstoles y ahora los Obispos, trasmiten el "don del Espíritu".


La Paloma: En el Bautismo de Jesús, el Espíritu Santo aparece en forma de paloma y se posa sobre Él.
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